Regresa a la pagina principal, Haz click sobre la imagen

Regresa a la pagina principal, Haz click sobre la imagen
Haz click sobre la imagen y regresa a la pagina principal

Jesús, tu amigo y Señor

Jesús, tu amigo y Señor
Déjate fascinar por el Dios-hombre que muertra la dulzura de su Padre

CAPÍTULO I. ¿ALGUNA VEZ TE HAS PREGUNTADO POR MI? SEMANA DEL 03 DIC AL 10 DIC 2008

¿Alguna vez te has preguntado por mi?

¡Hola! Soy Jesús...Jesús de Nazareth...muchos me conocen como el Hijo de José y María.
Nací en un pueblo, !ya sabes!, de esta gran tierra en conflicto - hasta hoy en día -. Belén...¡Su brisa!, ¡sus campos!, ¡sus animales! ¡Todo!...!qué delicia compartir este terruño con tantos paisanos! pero eso fue cuando yo era niño. Era la tierra de José, porque él pertenecía a la descendencia de David. Pero no éramos solamente tres; los hijos del primer matrimonio, (de José), trece en total, fueron alojados en la casa de sus familiares. Ya ellos sabían la ubicación de las casas porque no era la primera vez que venían. El problema era mi madre y yo, por nacer, representábamos cierto problema para mi padre...
Cómo surgió este viaje? Desde Roma se decretó un edicto, pues el imperio necesitaba saber cuántos habitantes existían en las provincias por ellos dominada. El temor por la sublevación y por el número de los hombres que se alzaran en armas, era una cuestión de estrategia política y social, sin contar con el elemento monetario, puesto que cada familia, representaba un impuesto a recibir, no importa el grado de pobreza de las provincias.
Allí, en Belén, mi madre me trajo al mundo, al calor de animales; en el frío intenso de una noche, mientras mi Padre José estaba preocupado porque mi madre y yo estuviéramos bien, a pesar de que no conseguimos un mejor lugar. Había mucha gente en el pueblo y por nada del mundo un posadero, se le ocurriría dar alojamiento a una pareja, cuya mujer estaba a punto de parir. En un bajo del pueblo, casi a la salida, allí, había un pesebre. Conseguimos alojarnos y pasar la noche; estábamos compartiendo espacio con los animales en un establo.
Mirando entre los pueblos del mundo, me da la impresión que nada ha cambiado puesto que hay peores lugares para vivir y nacer...!eso lo sé!
Después de ese ajetreo, hubo "un exilio forzado". Según contaba José alguna vez en mi infancia, a modo de anécdota, mientras yo era recién nacido, emparejó el burro y montó a mi madre en él. Ella me llevaba en brazos y tras un largo, duro, lleno de tierra y polvo; al acecho de los caravaneros ladrones y otros que se aprovechaban de los viajeros, tomó rumbo en dirección sur, hacia Egipto. insistía mucho en sus cuentos, que el rey Herodes se había vuelto loco y en los pocos días en Belén, oyeron la noticia de que había mandado a matar a los niños menores de dos años. cuando contaba estas cosas sudabamucho, porque en aquel momento, yo estaba en peligro. Así que no fue placentero el viaje por lo largo, y porque íbamos camino a la nada. No teníamos más que neustras vidas y una muda de ropa para ellos.
en Egipto, José siempre pudo conseguir a algunos judíos que tenían tiempo viviendo en esas tierras, así que una buena mujer llamada Abigaíl, que poseía una casa muy grande, nos dio alojamiento casi en un ala que parecía una casa independiente !Hasta tenía puerta a la calle! José prometió conseguir trabajo en cuanto pudo, como ayudante de algunos carpinterios en el pueblo, pero ya pronto empezó a hacer algunos cuantos trabajos a domicilio y se ganó el parecio de unas cuantas personas. Por fin logró reunir algún dinero y le pagó el alquiler a la buena mujer Abigaíl y el resto, se lo dió a María, mi madre, para que lo guardara y administrara.
Ahí transcurren unos cuantos años, alegres por cierto. Mi madre había hecho bastantes amigas y se entretenía llevándome de aquí para allá.
Había como dije, muchas familias judías, así que había niños por todas partes. Mi madre dice, me dejaba en una especie de patio donde jugábamos loa más pequeños, a la mirada de las madres. Los papás habían hecho el esfuerzo de hacernos juguetes o comprarlos; !cuántos no hizo José, hombre santo, como potros de madera; caballos con ruedas; espadas; o en sitios fijos, lograba atar unas sogas con paños bien tejidos y reforzados para hacer columpios. !La infancia era muy deliciosa! fueron años especiales hasta quese corrió la noticia de que el peligro había pasado.
Tras un largo trajinar, volvimos a Nazaret, otro pueblito, como muchos en África y América, gastados por la política, el hambre, la pobreza, suciedad, descuido...todo ésto me es familiar, aún hoy en día...allí encontramos a mis abuelos maternos...¡Siempre los abuelos! son el mejor recurso en nuestra niñez para andar libres como en los brazos de mi Padre...
Nazaret para mi es escuela...ellos, esos ancianos: joaquín y Ana; José y mi madre María, al comenzar el día, al mediodía, en la tarde y en la noche, más aún pasada la media noche, me recogían entre sus piernas y me iban pasando de regazo en regazo, mientras fluían los salmos y las alabanzas de ABBA, papito Dios...
¡Recuerdo estos días de mi infancia con especial devoción! era una dulzura y una seriedad, ver cómo mis abuelos y mis padres se dirigían a Yahvé mi Padre con las palabras que desde siglos atrás, el pueblo usaba para reconocer a Dios presente. !Qué solemnidad la de las oraciones! el templo de Dios estaba aquí y su presencia se sentía con intensidad. El repaso de los salmos; el memorial siempre vivo de las grandes hazañas de Yahvé en nuestra vida y nuestro pueblo, su Palabra siempre viva y actuante...era un cosquilleo por todo mi cuerpo, aún de pequeño. Algo decía que Abbá me mimaba y que sus palabras eran mis palabras.
También en Nazaret fue escuela de orden, de hogar, de calor...consciente de mi debilidad, correteaba del patio, al cuarto, a la calle, al taller de José...veía a mi madre en las mañanas limpiar la casa...me llamaba siempre para tender las camas y arreglar los cuartos...en muchas oportunidades le pedía con gusto las cosas de mi abuelo para llevárselas...se molestaba cuando se me caían pero siempre veía a mi abuelo reirse de mi torpeza...otras veces lograba mantener el pequeño bulto entre mis brazos pero a la final, una de sus camisas llegaba arrastrando hasta su cuarto y volverse marrón del sucio...mi madre entonces me daba una suave nalgada y me mandaba para el patio a jugar con los demás amiguitos...
¿Qué te digo de mi abuela?: de vez en cuando ella decía: "¡Jesús! Para dónde vas? Ven acá, ven acá... ¡No se te ocurra entrar en la cocina! el fogón está encendido y te puedes quemar...anda a ver qué quiere tu papá...>>
Papá José...
Lo tenía que descubrir entre un montón de acerrin y captaba su atención después que le gritaba su nombre, porque no me oía de lo atento que estaba en su trabajo...eso, sin contar con el ruido de las herramientas sobre la madera...¡Qué bien trabajaba! ¡Quiero ser carpintero como él cuando sea grande! Eso pensaba yo cuando pequeño. quería ser carpintero sobre todo, para hacer bastantes juguetes y disfrutar con mis amigos y con todos los juguetes que yo pudiera hacer con mis manos...Ser carpintero como lo era él, además de no ser una cosa fácil, era un arte. Trabajar la madera y conseguir diseños de flores y filigranas, era una tarea de sumo arte y él lo conseguía. A muchas familias les gustaba su trabajo y en especial, los diseños queconseguía. eran cosas aprendidas de los carpinterios de Egipto cuando estuvo trabajando a su lado...

¿Cansado?
En próximo capítulo te cuento más cosas...