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Jesús, tu amigo y Señor

Jesús, tu amigo y Señor
Déjate fascinar por el Dios-hombre que muertra la dulzura de su Padre

CAPITULO XVI. Una inquietud. Del 18 al 24 de Abril de 2009

¿Mesías? ¿Enviado? ¿Signo de contradicción? Desde aquella mañana en que el anciano Otoniel "metió la pata" en la madera, mi corazón se quedó inquieto. Aquella voz que oía en la adolescencia llamándome y "algo" que reclamaba en mi la atención, fueron ceciendo cada vez más. ¡Ahora el anciano despertaba inquietudes!
El Mesías era un hueso duro de roer en nuetro pueblo. Muchos pensaban en él como un guerrero, pero en el fondo, él era el restaurador de la gracia frente al pecado hecho por el pueblo y su monarca David muchos años atrás. Durante muchos siglos, el actuar de nuestro pueblo ha sido de continua aversión al amor de Dios y la elección que él hizo sobre Israel. En estos siglos, el pueblo se ha querido alejar siempre del corazón de Yahvé pero Abbá ha sido Padre y Madre aún en los peores momentos. Nunca ha quebrado su fidelidad y su amor para con nosotros...
Los Nebiim y Ketubiim nos hablan abundantemente de esta restauración del amor de Dios para con nosotros...¡Qué difícil es amar a Dios! pero no porque él no se deje amar, sino porque la condición humana está fracturada; muchos sentimientos están dañados cuando sacamos a flote los vicios, nuestros odios...no miramos la bondad, ni lo bello que hay en nosotros. Tu verdad ¡Oh Padre! es única, insondable. Mientras más ahondamos en tu razón, tu amor brota por todos lados...

"Mira allí a tu pueblo Yahvé,
mira cuánto ha sufrido a manos de tantos pueblos fuertes;
sirios, tirios, filisteos, babilonios, asirios, egipcios
griegos, romanos. Hemos sufrido mucho en sus manos; sus armas
nos han puesto contra el piso; nuestra mujeres gritan por sus hijos...
muchos claman por Dios; otros dicen que es un castigo...
pero el peor castigo es la maldad humana que carcome el alma.
Nos hiciste buenos, a tu imagen. Pusiste en nuestros corazones
lo mejor de ti y previendo nuestra debilidad, dispusiste que
tu Ruah permaneciera en nosotros para salir al paso de tanta
mezquindad.
Mesías Abbá!...volver los pasos a ti, buscar tu rostro siempre Yahvé...
sentir que somos más tuyos que nuestros; sentir que somos liberadores
desde dentro si sacamos nuestras miserias...
Encontrar tu raíz porque tú eres nuestra raíz de dentro;
sentirnos libres ante la maldad; que ninguna mano nos sujete;
que ningún bozal nos calle y ninguna moneda compre nuestra alma."

Esta oración brota de mis labios, mientras pienso en esta inquietud que embarga mi alma. Vrias personas han hablado de mi y me han dicho expresamente que algo distinto respiro yo. Que si bien es cierto que soy joven como los otros, la forma de actuar, de pensar y de hablar, no es la misma que otros. Mi forma de ser, se distancia cada vez más de los otros, pero "Eres tú, Yahvé, quien guía mis pasos".
tengo que retomar las antiguas promesas de Yahvé y mirar atrás en los profetas. "Tu Palabra, Abbá, está regada a lo largo de nuestra historia".
Me sonrío porque tu elección está sobre nosotros.
Mesías, unigdo, enviado. aunque son palabras profundas, sabes Padre que soy tu siervo. Y "aquí vengo para hacer tu voluntad".

CAPÍTULO XV. Facetas de la vida II. Del 11 de Abril al 17 de Abril de 2009

Al día siguiente, me levanté temprano como a las cinco de la mañana.
Adelantarse al sol es un buen reto para hacer tareas y llenar nuestros corazones con cada relación humana que tengamos. Pensaba que mi madre aún dormía, pero vi la luz del candil en la cocina. Estaba allí arreglando las cosas. Esto era una excusa para ella, puesto que mi padre José y ella, compartían una de sus cualidades que era el orden y la limpieza. Repasaba una y otra vez el orden de los pucheros, de los utensilios de la cocina...espantaba los animales que de noche se alojaban en la casa...revisaba el almacén de alimentos; los frascos, los envases, las carnes de cordero, etc. la ocupación de la limpieza y orden corría ya desde temprano desde su cuarto, a la cocina, al bano, a los otros cuartos, a los pasillos, al patio...en cuanto al mío, esperaba que yo estuviera en el taller para asear todo.
alguna que otra vez se quejaba de mi orden y limpieza, pero le decía dulcemente que eran ella y José quienes me habían enseñado. Poco a poco fui dejando cosas desordenadas para que ella sintiera el orgullo de ordenar el cuarto de su hijo amado. "Madre hermosa, madre servicial; madre que se pelea por ser la esclava...Padre mío, realmente te has enamorado de la más dulce criatura que ha salido de tus manos".
A esa hora me dirigí afuera. Agarré el aguamanil y me aseé la cara, la boca, mojé mi cabellera y barba, en fin, me refresqué. Dejé bien ordenado todo para no provocar más trabajo a mi madre y tomé la calle en dirección a aquella loma que era, muchas veces, confidente de mi encuentro con el Padre. Ofrecí alabanza a él con salmos y dándole gracias por nuestro pueblo, me dirigí al taller para comenzar la faena.
Extraño fue el primer trabajo que tuve que resolver desde temprano: entre médico y carpintero, recibí al abuelo Otoniel que vivía a 200 metros al sur de nuestra casa. Atendía a los animales, dándole comida y al pisar una caja de madera, estaba tan podrida que su pie traspasó una pieza y se quedó atascada en su tobillo...llegó como pudo al taller para que lo ayudara...
Otoniel era muy amigo de mi abuelo Joaquín...ambos habían servido en el templo y mchas veces había venido a casa para pasar el día con nosotros...decía que la pasaba muy bien como en su casa. Lo mandé a sentar, miré la pieza y muchas astillas aprisionaban su tobillo. Lo primero que hice fue alejar esas astillas y luego proceder a quebrar la pieza evitando el menor daño para el anciano. Después de verse libre, me agarró la cabeza con sus manos temblorosas y llevó mi frente a su boca para darme un beso..."Yahvé te bendiga siempre. Jeshua". Prosiguió sus palabras y me dijo: "Sabes Jesh? decimos que Dios no tiene rostro y mucho menos un rostro humano, pero las veces que te miro a la cara y más, cuando eras adolescente, algo me palpita en el corazón diciéndome lo especial que eres. ¿Te sabes la historia del anciano Simeón cuando te recibió en el templo?"
Inmediatamente recordé el cuento que mi madre me hacía cuando tuve diez u once años. Aún así, para oir de su boca una vez más la versión, le dije "No, venerable Otoniel", porque le veía el deseo de querer contarme algo...lo dejé hablar.
"Tu madre, María, te llevaba en brazos. Se veía ¡bueno pues!, super feliz contigo. Al momento de entrar, fue José quien te agarró y te pasó a los brazos de Simeón. Te descubrió la cabeza y se impresionó de lo blanco que estabas...pero no era un blanco de piel, ¡no, no, no, no! era un resplandor que había en ti. Era algo distinto. Hasta llegó a oirse el comentario de que sólo dos hombres tenían ese resplandor: Moisés y Elías. Ambos habían sido transformados por Yahvé... pero tú, Jeshua, tú estabas alumbrado por su presencia; hasta alargaste las manos en señal de súplica para unirte a la plegaria de Simeón...¡oh sí! lo recuerdo bien...Hace unos cuantos años y si mal no recuerdo, tienes veintiún años. ¡Hace veintiún años!..."
Mientras él hablaba, algo distinto se operaba en mi interior. Un suspiro profundo que llenaba mis pulmones queriendo absorber toda esa experiencia. ¡Qué distinto es sentir ser Hijo de Abbá a oir el cuento de boca de tantos ancianos y ancianas que esperaban la Gloria de mi Padre en estos tiempos!.
Seguí prestando atención a Otoniel...
"Simeón, elevó una súplica al buen Dios...Ahora Señor, puedes dejar a tu siervo irse en paz...Sí, Jeshua. Simeón era un siervo fiel, ¡un santo! y él fue guiado hacia ti....!suena raro!, Jeshua pero entre tantos ninos que fueron presentados, sólo y sólo a ti fue a buscar...¡fue como un autómata en dirección a ti!...
Luego Simeón prosiguió: "Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos, luz para alumbrar a tu pueblo y gloria de tu pueblo Israel".
¿Sabes Jeshua? Simeón tan viejo, se estremeció. Se puso a llorar porque llegaba la liberación de nuestro pueblo. Muchos se le quedaron mirando porque sabían que él y Ana, e igual que Zacarías, eran visitados por Yahvé. ¡Eran privilegiados, si Señor! José y tu madre se miraron a los ojos y se quedaron mudos. No comprendían nada - lo dice en voz baja - pero nosotros tampoco comprendemos mucho de las cosas de Dios...
dime Jeshua...¿Eres tú el elegido por Dios?
Me levanté bruscamente y me quedé mirando el amanecer puesto que ya salía el sol...fue un silencio largo...detrás de mi oí los pasos lentos de Otoniel, al salir del taller...

CAPÍTULO XIV. LAS FACETAS DE LA VIDA. (04 de Abril 10 de Abril de 2009)

Y después de muerto José se preguntarán qué he hecho yo en la vida?
Para empezar, te diré que los hijos de José: Santiago, Judas, etc ya con familias, partieron de casa de mi madre...nos quedamos solos...José era el vínculo de unión entre nosotros y aunque a María le llamaban MADRE, ellos lo hacían por deferencia con José...
Yo, con cierta tristeza, empecé a organizar el taller. Tampoco estaba tan desarreglado; como dije antes, José era muy cuidadoso hasta el final de su vida en la clasificación de la madera y de las herramientas. Ésto me provocaba un gran reto porque tenía que probar a mis veintiún años, sólo, sin José, que mis trabajos eran de la misma calidad que los que hacía José en su tiempo. Al respecto, aunque todos me conocían como Jeshua, o Jesh, siempre habían visto que mi padre me mandaba era a la entrega de las piezas...yo las cargaba, las montaba en un carro que pedíamos prestado al que siempre llamé tío Jacob e iba a las distintas casas; pocos me habían visto trabajar la madera salvo las amigas mías que se acercaban mucho por el taller. Yo había hecho piezas de menor tamaño pero las obras de arte y piezas de estilo, corrían a cargo de José, mi Padre.
Entonces mi problema era recuperar los clientes de mi padre y para eso reuní un día, en la tarde, al caer del sol, a mi madre..."Madre, aunque tenemos un poco de dinero que dejó José, es necesario que confíes en mi y en el trabajo, pero necesito que me hagas cierta propaganda para mantener a los cientes y buscar otros...". Tú conoces a la gente y aunque muchos comprenden nuestra situación, saben que nos estás sola pues me tienes a mi, pero precisamos ganarnos el pan con el trabajo. Ella, con sus ojos tristes, pero cara sonriente, dejó ver la certeza de mis palabras y me respondió: "Sí hijo, entiendo. Ahora eres mi hombre; siempre lo has sido. He sentido tu brazo fuerte como el de José. Nunca he dudado de tí. ¡Ánimo! organiza todo y yo me encargo del resto.
Con un beso que le di en la frente y ella, correspondiéndome, me besó las manos, se levantó para aclarar su voz y cambiando el tema, me ofreció una manzanilla que había preparado para estas horas. Era relajante tomar con ella una deliciosa manzanilla. Más que la bebida, su paz y tranquilidad hacían que me sintiera tan bien, como cuando era niño y me agarraba entre sus brazos y me soplaba los cabellos, además de las tantas cosquillas que me hizo...recorría mis brazos con sus manos y mi cuerpo, intentando reconocer cada parte de mi, recordando aquella promesa de ser madre del hijo de Dios...poco a poco lo sentía con más fuerzas en mi vida...
Una vez más, contemplábamos la noche en su silencio, y ese silencio embriagador de nosotros dos, criaturas, formando una familia, una especial familia.
Ya para las diez, María, cansada, prendió otro candil del que estaba en la mesa y se dirigió a su cuarto, dejando en el aire un suspiro de soledad...sólo brotó de mis labios un..."Abbá te bendiga, Madre". Ella, gentilmente me respondió: "Dios me ha bendecido en tí, Jeshua"; yo, viendo que era ´temprano aún, salí al patio cuya vista daba a una loma del pueblo y allí me quedé en paz con mi Padre orando, escuchando su voz, dejando que él me abrazara...
Después de unos cuantos minutos en silencio, las palabras fluyeron de mi: "Abbá, Padre mío. Gracias por estar en mi...gracias porque me amas desde antes de la creación. Esta vida humana te la ofrezco por todo el mundo entero. Es difícil para muchos ser humanos; somos razas con tendencia a la división, al odio...es una locura Padre, ver, cómo muchos anteponen sus intereses al hermano; cómo muchos buscan satisfacer tantos deseos sin mirarte a ti como la fuente de donde salen todos los beneficios..." tantas palabras, amigo, que salen de mis labios...tantas cosas por decir pero tantas para hacer y cumplir tu voluntad...todo está por comenzar...cada día es un reto para el cumplimiento de tu voluntad...
Guía mis pasos, Padre. Camino a la luz de tu presencia pues me has dado a participar de esta experiencia de vida".

CAPITULO XIII. UN ALTO EN LA VIDA (Del 28 de Marzo al 03 de Abril de 2009)

...Después que el carpintero del pueblo - así lo llamaban - se fue, mi madre asumió una actitud de mayor introversión...los animales que estaban en la parte de atrás de la casa le sirvieron para "digerir" su soledad y su silencio...mientras los atendía en la limpieza y la alimentación, se sumía en sus pensamientos y supongo, los recuerdos intensos vividos años atrás con ese gran hombre.
¿Qué si hablaba sola? ¡No, ciertamente no! pero su mirada y su rostro reflejaban tristeza... compartir la vida con otros y más cuando se es apoyo, es una experiencia maravillosa pero muy triste cuando hay que hacer la partida de alguno de ellos...
Una tarde la vi llorando mientras preparaba el guiso del mediodía...en algún momento la vi haciendo una caricia al aire...por el gesto comprendi que recordaba a José puesto que el gesto era como de acariciar su barba...yo sentí tristeza porque también presencié bastantes veces esas caricias, ese cariño, ese amor que crecía con el tiempo...José, ya lo dije, era un puntal de fortaleza para nosotros pero ahora no estaba y era preciso seguir adelante...
De la misma forma como mi madre era débil, también era fuerte para animar a otras amigas vecinas que se habían quedado viudas...
Lea, que había quedado viuda a los siete años de estar casada; planearon su descendencia pero su marido, Ben Zacharías, enfermó de algo que dijeron era una peste de animales que él intentó curar en casa de sus tíos. Fue una enfermedad dolorosa. Lea no quiso saber más nada del mundo y mi Madre la alentó con sus palabras además de que mucho tiempo la ha alimentado.
Zilpa, quedó viuda cuando tenía sesenta años. Zilpá sabía tejer muy bien hermosa mantelería. Muchos la apreciamos; hace bellezas con sus manos. Mi madre la acompaña en las tardes para hacer las alabanzas a Abbá, mi Padre.
Bilaa, es otra viuda bella en nuestro pueblo. Algunos cuñados suyos la quisieron reclamar según la ley de levirato pero ella se ha opuesto. Aunque debe acatar la ley, los cuñados han respetado su voluntad porque es muy querida. La mantienen muy bien y forma parte de la familia. Bilaa se acerca en las mañanas a nuestra casa y conversa con mi madre de cosas pasadas y se enfrascan recordando a sus maridos y resaltando sus grandezas como hombres y esposos.
Osnat, es la viuda más desdichada del pueblo. Una noche fue avisada de que su esposo Joel, había sido encontrado muerto en el portal del pueblo. Salió presurosa y nosotros con ella después de los gritos agudos de dolor que se oyeron aquella noche y al llegar allá Joel estaba boca abajo: sangraba por los oídos y la boca; tenía la lengua aprisionada entre los dientes y parecía hinchado...algunos hombres vieron que otros dos se habían acercado a él para golpearlo pero se revisó en casa su cuerpo y no se encontraron restos de violencia. Tenían catorce años de casados. Osnat parecía fuerte al principio, pero después de ocho meses empezó a enfermar y mi madre avisó a sus parientes.
Yael, al contrario no le afectó mucho quedarse viuda, quiero decir a nivel espiritual. Concordaba mucho con María mi madre, en esto de tener confianza y fortaleza en Yahvé. También su historia es triste y como decimos, parece obra del demonio. Yael se quejaba porque su marido no era prudente al limpiar la maleza de los patios que tenían en su casa...una noche ella gritó muy fuerte y todos nos espantamos. Como siempre, ya que el pueblo era relativamente pequeño, nos dirijimos hacia su casa...se nos tiró en los brazos y nos contó que mientras dormían, Ezequiel su marido, había sido mordido por una serpiente roja, negra y blanca...solo le dio tiempo para agarrarla y estrellarla contra la pared...al punto, se desmayó y ya no volvió más en sí.
Como puedes ver, cada vez que hay una desgracia, se recuerdan todas de un solo tirón hasta que la vida va haciendo acomodo en el día a día de lo cotidiano. Lo bueno de todo es que los sentimientos sirven para hacer de soporte unos a otros en esta faceta que llamamos muerte y que no sabemos asumir del todo. Aun así, queda Abbá mi Padre, sabio en sus decisiones y presto a hacernos volver a su presencia; lo demás, es como dicen, un mero ejercicio de emociones en las que se entrelazan, afectos, odios, luchas, sentimientos y salimos airosos cuando comprendemos que en Abbá está la fuente viva y su luz nos hace ver la luz.