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Jesús, tu amigo y Señor

Jesús, tu amigo y Señor
Déjate fascinar por el Dios-hombre que muertra la dulzura de su Padre

CAPITULO XIII. UN ALTO EN LA VIDA (Del 28 de Marzo al 03 de Abril de 2009)

...Después que el carpintero del pueblo - así lo llamaban - se fue, mi madre asumió una actitud de mayor introversión...los animales que estaban en la parte de atrás de la casa le sirvieron para "digerir" su soledad y su silencio...mientras los atendía en la limpieza y la alimentación, se sumía en sus pensamientos y supongo, los recuerdos intensos vividos años atrás con ese gran hombre.
¿Qué si hablaba sola? ¡No, ciertamente no! pero su mirada y su rostro reflejaban tristeza... compartir la vida con otros y más cuando se es apoyo, es una experiencia maravillosa pero muy triste cuando hay que hacer la partida de alguno de ellos...
Una tarde la vi llorando mientras preparaba el guiso del mediodía...en algún momento la vi haciendo una caricia al aire...por el gesto comprendi que recordaba a José puesto que el gesto era como de acariciar su barba...yo sentí tristeza porque también presencié bastantes veces esas caricias, ese cariño, ese amor que crecía con el tiempo...José, ya lo dije, era un puntal de fortaleza para nosotros pero ahora no estaba y era preciso seguir adelante...
De la misma forma como mi madre era débil, también era fuerte para animar a otras amigas vecinas que se habían quedado viudas...
Lea, que había quedado viuda a los siete años de estar casada; planearon su descendencia pero su marido, Ben Zacharías, enfermó de algo que dijeron era una peste de animales que él intentó curar en casa de sus tíos. Fue una enfermedad dolorosa. Lea no quiso saber más nada del mundo y mi Madre la alentó con sus palabras además de que mucho tiempo la ha alimentado.
Zilpa, quedó viuda cuando tenía sesenta años. Zilpá sabía tejer muy bien hermosa mantelería. Muchos la apreciamos; hace bellezas con sus manos. Mi madre la acompaña en las tardes para hacer las alabanzas a Abbá, mi Padre.
Bilaa, es otra viuda bella en nuestro pueblo. Algunos cuñados suyos la quisieron reclamar según la ley de levirato pero ella se ha opuesto. Aunque debe acatar la ley, los cuñados han respetado su voluntad porque es muy querida. La mantienen muy bien y forma parte de la familia. Bilaa se acerca en las mañanas a nuestra casa y conversa con mi madre de cosas pasadas y se enfrascan recordando a sus maridos y resaltando sus grandezas como hombres y esposos.
Osnat, es la viuda más desdichada del pueblo. Una noche fue avisada de que su esposo Joel, había sido encontrado muerto en el portal del pueblo. Salió presurosa y nosotros con ella después de los gritos agudos de dolor que se oyeron aquella noche y al llegar allá Joel estaba boca abajo: sangraba por los oídos y la boca; tenía la lengua aprisionada entre los dientes y parecía hinchado...algunos hombres vieron que otros dos se habían acercado a él para golpearlo pero se revisó en casa su cuerpo y no se encontraron restos de violencia. Tenían catorce años de casados. Osnat parecía fuerte al principio, pero después de ocho meses empezó a enfermar y mi madre avisó a sus parientes.
Yael, al contrario no le afectó mucho quedarse viuda, quiero decir a nivel espiritual. Concordaba mucho con María mi madre, en esto de tener confianza y fortaleza en Yahvé. También su historia es triste y como decimos, parece obra del demonio. Yael se quejaba porque su marido no era prudente al limpiar la maleza de los patios que tenían en su casa...una noche ella gritó muy fuerte y todos nos espantamos. Como siempre, ya que el pueblo era relativamente pequeño, nos dirijimos hacia su casa...se nos tiró en los brazos y nos contó que mientras dormían, Ezequiel su marido, había sido mordido por una serpiente roja, negra y blanca...solo le dio tiempo para agarrarla y estrellarla contra la pared...al punto, se desmayó y ya no volvió más en sí.
Como puedes ver, cada vez que hay una desgracia, se recuerdan todas de un solo tirón hasta que la vida va haciendo acomodo en el día a día de lo cotidiano. Lo bueno de todo es que los sentimientos sirven para hacer de soporte unos a otros en esta faceta que llamamos muerte y que no sabemos asumir del todo. Aun así, queda Abbá mi Padre, sabio en sus decisiones y presto a hacernos volver a su presencia; lo demás, es como dicen, un mero ejercicio de emociones en las que se entrelazan, afectos, odios, luchas, sentimientos y salimos airosos cuando comprendemos que en Abbá está la fuente viva y su luz nos hace ver la luz.

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