Regresa a la pagina principal, Haz click sobre la imagen

Regresa a la pagina principal, Haz click sobre la imagen
Haz click sobre la imagen y regresa a la pagina principal

Jesús, tu amigo y Señor

Jesús, tu amigo y Señor
Déjate fascinar por el Dios-hombre que muertra la dulzura de su Padre

Capítulo IX. Mis secretos (2da parte). Del 26 Febrero al 03 de Marzo de 2009

Muchos piensan que mi infancia, adolescencia y juventud por ser Hijo de Dios, no tuvo esas travesuras y aventuras que todos tenemos...¡vaya!, de la misma forma que muchos piensan que no lloré o me reía en la vida...¡incontables son los momentos!
Ya te he contado las cosas de mi mamá...las veces que me corté los dedos por meterlos donde no debía; o las veces que venía llorando a donde José, mi padre o María, mi madre para mostrarle mis manos y descubrir que lo que me dolía eran unas cuantas astillas de madera que me había hincado...o las veces que hasta los diez años, corría como loco con tan mala suerte que mis túnicas y mis rodillas se rompían...
Al principio todos se preocupaban, pero ya mis padres ni mis abuelos se preocupaban...era casi seguro que había sangre pero más bien se reían porque siempre me decían que tenía un gusto por el piso...
También estaban las más sorprendentes: cuando mi madre se descuidaba, le quitaba un ánfora, la llenaba con el agua sucia del abrevadero de los animales y me iba escondido al patio. Mezclaba barro con la paja que encontraba y hacía unas hermosas palomas que parecían gallinas y codornices y salía gritando a donde estaba mi madre para regalárselas. Ella, en los primeros momentos se asustaba, pero también, como en otras cosas, me dejó tranquilo - aunque me tenía un ojo puesto -.
Todo ésto va llenando el existir ¿sabes? y me encanta decirlo, porque todos tenemos experiencias que contar...todos nos parecemos, en especial la frase que me gusta mucho decir: "vivimos en un mundo en el que corremos por la vida en presencia de Dios Nuestro Padre"...él mira con ojos de bondad las cosas que le agradan a su corazón pero también mira aquellas que nos apartan de él y con hilos de msericordia, cierra muchas veces sus ojos y otras veces nos mira de reojo para que sepamos que él quiere algo mejor de nosotros...
Llegados ya a los dieciocho años, sentíamos la presión en el pecho porque ya no éramos los chicos de antes. Veía a mis amigos más maduros.
Nos había cambiado la voz de forma total, la barba y bigotes iban saliendo. Los vellos salían en todas partes del cuerpo y la cabellera cada vez más larga. Nuestros cuerpos no eran los mismos, inclusive ya mi madre María no me acariciaba de la misma forma que antes. Su dulzura se tornó de otro estilo. Me acercaba a ella en las tardes... ella me miraba con ojos tiernos y ya no me decía: "ven hijo de mi corazón" sino "Jesús tierno, siéntate a mis pies". Y lo hacía con un gusto enorme...me sentaba en el piso y buscaba sus manos. Ella se zafaba e inmediatamente me acariciaba los cabellos...quedaba callada.
Intentaba buscar dónde se le había perdido aquél niño que corría furioso a sus brazos, que recorría con sus dedos sus cejas, que acariciaba con sus pequeñas manos su rostro que seguía siendo hermoso...casi sin decirlo, ella sentía que me perdía, porque era ya un hombre...debía ser el joven respetable de la familia, ya que José estaba ya anciano. Sentía que reclamaba de mi ese hombre fuerte para acompañarla aunque desde pequeña, mis abuelos la educaron para ser fuerte aún en la soledad.
¡Ah, madre, cuántos beneficios de tu amor! contigo la dulzura humana, los abrazos y los besos se tornaban el cielo de mi Padre Dios...deseaba estar con ella, pero sus actitudes me impulsaban a una vida de adultos...pero eso sí, no perdíamos las tardes para encontrarnos en el silencio del corazón, los tres: mi Padre Dios, mi Madre y yo.
A esta edad ya no me encontraba con mis amigos. Todos estaban ocupados: unos atendiendo animales y bestias; otros en el campo, atendiendo las siembras y los trabajadores; otros se habían hecho al negocio del vino y yo, tal como me lo enseñó José, atendía el taller...doy gracias a Abbá mi Padrecito, porque José fue un ejemplo de bondad, paciencia, humildad y entrega en la familia. Fue bendecido por Yahvé para ser fuerte cayado en nuestra familia. Ahora ya, casi solo, yo tenía que recibir las demandas de trabajo de los vecinos que siempre necesitaban de muebles y piezas de madera, o de otro modo, me buscaban para arreglar a domicilio cualquiera de las cosas que se dañaban por culpa de la polilla...

¿Que si tenía tiempo para el amor me preguntas? Ja, ja, ja ya te cuento...
Me da risa porque ahora que me acuerdo, estando yo en el taller y ante la ausencia de José, que ya estaba postrado en cama, muchas de las muchachas de alrededor venían escondidas hasta las ventanas y en silencio, se ponían a mirarme como si fuera un espectáculo trabajar en la madera...
Me daba cuenta que estaban allí por dos cosas: Mi madre, consintiendo eso, se quedaba mirando, escondida y me hacía señas de que ellas estaban allí...la otra forma es que cuando ya no aguantaban más, una de ella, hermosa como siempre, se reía de forma maliciosa y cuando veía a ellas, me remedaban en el trabajo mostrando que tenía grandes músculos...
¡El amor sí...carnal!...necesario para compartir la vida pero no es todo...mi vida dio un vuelco mayor...y te lo voy a explicar. aunque estas palabras no lo dicen todo...
Por supuesto que la belleza de las mujeres, sobre todo las de Nazareth, era notoria...Mariam, Betzabeth, Iris, Dèbora, Ruth, tantas chicas...amigas todas...cada una tenía una belleza particular. con ella nos intentaban "seducir" si así se puede decir, a los que gozábamos su edad...éramos un grupo bello...Séfora era mi preferida...tan alta como yo, ágil como mucho de nosotros...ella robó mis amores juveniles porque nos retaba a los varones, a espalda de los mayores...nos decía que la historia de Israel, aunque estaba escrita por hombres, la habían hecho las mujeres...nos insistía en aquellas gestas de tiempos antiguos...tantas mujeres que habían apostado por la historia de Israel y por el Mesías de Dios...la esposa de Moisés; unas cuantas jueces de Israel, Ruth, Judith, la madre de los macabeos...¡era cierto! mi Padre Dios había guiado la historia del pueblo entretelones y su actuación estaba vedada a las mujeres de Israel.
Séfora era preciosa, muy bien proporcionada. Inteligente y despierta, tenía además una voz sorprendente...para hacerse notar, entraba cantando a la casa y con el pretexto de hablar con mi madre, se escapaba al taller donde yo estaba.,,preguntaba muchas cosas mientras colocaba flores en un jarrón para adornar el taller de José; decía preguntas como: "Jeshua, eres zurdo? No? Por Yahvé! De seguro que debes ver el mundo de ese lado. (Nunca entendí qué quería decir con eso); "Jeshua"Qué cosas preferidas te gustan en las comidas? dime Jeshua, en qué te consentía y te consiente tu madre?" y otras tantas.
Compartíamos juntos y María mi madre se acercaba al taller y se quedaba callada, aunque era cómplice de Séfora en las cosas que hacía.
La parte triste de la historia fue la siguiente: su hermano y mi amigo Santiago, golpeó a un soldado romano y lo dejó medio muerto en la calle...es raro, porque el soldado estaba ebrio y solo. Santiago lo golpeó muy fuerte y entre gritos, le dijo que se fueran del pueblo escogido por Dios...que ningún soldado debería violar la tierra santa que pertenecía a Yahvé...Santiago huyó...
Al día siguiente, con un piquete de soldados romanos, se supo la noticia de que el soldado había sido encontrado apuñaleado...el papá de Séfora, aquella misma tarde del hecho, por miedo, la mandó con su madre y el resto de sus hijas a las montañas...desde aquella vez no la vi...algunos cuantos de nosotros fuimos golpeados para descubrir la verdad...supimos posteriormente qué había pasado: fueron unos zelotas que estaban de visita en el pueblo y viendo aquella golpiza, aprovecharon para matar al soldado...
tuvimos que presenciar la flagelación que le propinaron a Santiago. Algunos cuantos de nosotros reclamamos, pero inmediatamente, un piquete de soldados, cerraron filas y blandieron las espadas a nivel de su pecho, esperando la orden del decurión de guardia para maltratarnos una vez más.

No hay comentarios: