Regresa a la pagina principal, Haz click sobre la imagen

Regresa a la pagina principal, Haz click sobre la imagen
Haz click sobre la imagen y regresa a la pagina principal

Jesús, tu amigo y Señor

Jesús, tu amigo y Señor
Déjate fascinar por el Dios-hombre que muertra la dulzura de su Padre

CAPÍTULO LI. PUESTOS DE HONORES INNECESARIOS. Del 03 de Enero al 09 de Enero de 2010

¿Qué opinas tú de las personas que buscan estar arriba siempre como la espuma de la cerveza? Quiero decir, de aquellas personas que buscan a toda costa el poder y el dinero para “pisar las cabezas” de las otras personas?.

Desde el comienzo del mundo, parece que más que el vino y los licores, emborracha el poder y sobre todo cuando éste se “mete” tanto en la sangre, hace a la persona corrupta y débil de carácter, manipulada por todo y presa de miedos, a la ves que gradualmente la hace perder la autoridad.

Hay puestos de honor que traen rechazo de los pueblos; puestos que no conducen a nada porque, quienes los detentan, no están a favor del bien de las comunidades ni de las naciones. Esto da lástima, sobre todo cuando se piensa en el simple hecho de que todo puesto de honor, es un honor en sí mismo cuando se gana la popularidad de cada uno de los habitantes, pero mantenerla es duro.

Este fenómeno sucedió en el grupo más cercano a mi. Esos que ustedes llaman discípulos. ¿Te parece extraño y dirás que es mentira que suceda esto con ellos? Pues, simplemente sucedió, pero esto nos da siempre una enseñanza. ¿Permites que te lo cuente?

Santiago y Juan, los conocen muy bien, son hijos de Zebedeo. Siempre han sido fieles en el caminar y llevamos ya dos años juntos. ¡No solo fieles!, sino serviciales y atentos a cada enseñanza dada. Se empeñan en servir a todos los que se acercan a mi y son facilitadores de las necesidades de muchos que adolecen de enfermedades, o discapacidades físicas.

Ellos tienen metido en la cabeza de que siempre han vivido en abundancia y han estado atentos a las necesidades de sus padres y en mucho, se han educado para mandar y también para tener. La pequeña empresa de pescados; de la pesca de su padre, ha estado encomendada a ellos. En especial, Santiago. Así como les digo, su vida ha sido mandar, dar órdenes, impartir ideas para que todo marche bien.

Un día en que estábamos reunidos, compartiendo la vida como de costumbre lo hacíamos, se han acercado a mi para decirme: "Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir." Irónicamente les digo que un maestro no está para conceder favores sino precisamente para exigirlos. El maestro nunca concede nada porque sería un mal ejemplo, una mala enseñanza. Los favores o son exigidos porque antes se ha dado con interés, o porque para muchos, los favores representan ciertos “privilegios” que van en detrimento de otros. Me les quedé mirando por un corto tiempo esperando la respuesta, pero en realidad, se quedaron igual de callados que yo.

En ese momento les dije: "¿Qué quieren ustedes de mí?" porque hasta donde yo se, han participado de todo y han hecho uso de las pocas cosas que cargamos cuando vamos de pueblo en pueblo. Ellos contestaron: “Sí, maestro, lo sabemos” pero ésto que te vamos a pedir no es material. Les pregunté de nuevo: “¿Y entonces qué? Díganme ¿qué pretenden?” Tomando casi una actitud infantil, en la que se miraban uno al otro para ver quién respondía, ellos respondieron: "Concédenos que nos sentemos uno a tu derecha y otro a tu izquierda cuando estés en tu gloria."

Guardé silencio de nuevo como queriendo interpretar y digerir más que las palabras, sus pensamientos y sus sentimientos. Un poco molesto les dije: ¡Gloria! ¿Están pensando en la Gloria? ¿Qué significa para ustedes estar en la gloria? Se miraron uno al otro, mientras mi mente divagaba entre los hilos de los pensamientos.

La gloria no es un lugar; la gloria tampoco ni siquiera es un estado. Dime Padre ¿qué es la gloria para ellos que la hayan aprendido de mi? No se realmente de qué gloria hablan. Cuando lo digo, es porque precisamente la Gloria tuya es ver a cada uno de tus hijos sanos, fuertes, robustos y con una gran capacidad de responder a tu amor y elección. Tu Gloria redunda en provecho de todo hombre y radica más bien en la voluntad y el deseo de construir un mundo de iguales, de hermanos, de libertad, de progreso en donde todos se beneficien de todo. ¡No, la cosa no va por ahí! La gloria es tuya, Padre, donde tu voluntad se cumpla y donde todos te reconozcan siempre como tal y creador de grandes beneficios que lleven a la quiebra, los deseos de todos los reyes y quienes detentan poder, queriendo hacer daño a los demás.

En ese momento en que estaba hablando con ellos, los demás notaron mi incomodidad y se fijaron que había subido un poco el tono de voz, por lo cual se acercaron a donde estábamos y escucharon con atención. Me fijé en sus caras. Las más sorprendentes eran las de Judas, puesto que el tema le interesaba muchísimo, si no fuera porque siempre lo tenía alejado de los temas del poder y de la violencia, y el otro, Pedro, hombre fuerte de carácter y algunas veces iracundo que deseaba que todo se ajustara a la fuerza y no quedara “nada desajustado”. Ellos, intentando recuperar el hilo de lo que fue una conversación entre tres, se molestaron mucho por la actitud de Santiago y Juan. Algunos, entre murmullos – especialmente Judas Tadeo – no se explicaba ese afán por estar sentado ostentando un poder. ¿Para qué? Se preguntaba; se decía en voz alta que hasta la fecha, todos habían sido iguales y todos se comprendían como uno. Decía claramente que hasta ahora se sentía muy contento de tener un solo maestro, del cual no había aprendido a recibir honores sino estar dispuesto al servicio y la entrega.

Mateo también hacía un gesto de desagrado porque él sí había lo que era poder por el dinero, al igual que autoridad. Sabía de sobra lo que era mandar y abusar de órdenes, cuando se tenía el respaldo de las armas romanas a su lado. Sabía lo que era perder la vida o ser tratado como perro, cuando alguien levantaba un falso testimonio o cuando las cuentas de los impuestos no eran claras. Se lamentaba además de santiago y Juan porque no habían entendido nada de lo vivido y porque ansiar poder, generaría de nuevo una estructura de opresión y maldad.

Yo, retomando la Palabra les dije: "Ustedes no saben lo que piden. Realmente están equivocados. ¿Pueden beber la copa que yo estoy bebiendo o ser bautizados como yo soy bautizado?" Ellos se miraron una vez más y contestaron: "Sí, podemos." Les dije: "Pues bien, la copa que voy a beber yo, la beberán también ustedes, y serán bautizados con el mismo bautismo que voy a recibir yo; pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me corresponde a mí el concederlo; eso ha sido preparado para otros."

Mis palabras generaron más incertidumbre porque hablaba de bautismo. Ellos no entendían lo de la muerte y mi entrega; de la misma forma quedaron desconcertados cuando les dije que sería preparado para otros, es decir, para muchos de los que, conociéndome y amándome, se entregarían hasta el final.

Todo esto los prepararía para el futuro. Ciertamente no se generó rencores aunque sí molestias pero una lección más para afinar la vida, las opciones y el deseo de querer descubrir la volunta de mi Padre sobre cada uno de ellos.

Cuando terminó la conversación ya era tarde y en silencio, como quien es mandado a orar, nos retiramos cada uno a descansar aunque quedaron muchas preguntas y palabras en el aire…

No hay comentarios: