Regresa a la pagina principal, Haz click sobre la imagen

Regresa a la pagina principal, Haz click sobre la imagen
Haz click sobre la imagen y regresa a la pagina principal

Jesús, tu amigo y Señor

Jesús, tu amigo y Señor
Déjate fascinar por el Dios-hombre que muertra la dulzura de su Padre

CAPÍTULO XLIII. LAS BIENAVENTURANZAS. Del 08 de Noviembre al 14 de Noviembre de 2009

Nos encontrábamos bastante al sur de Magdala, bordeando la costa del lago. Era una zona agradable. La gente de la costa y de los poblados cercanos eran personas muy agradables. Necesitados o no, se acercaban con alegría para compartir. Nos impresionó porque parecía un día de fiesta. Nos sentimos contentos porque oían de mi y mis amigos y muchos niños hacían el elenco de bienvenida y mientras, mujeres y hombres se iban congregando a nosotros. Los que iban más despacio eran los tullidos: muletas de madera mal hechas, pero que sostenían cuerpos esperanzados; hombres cargando en catres a otros para ser curados; mujeres que servían de apoyo para sus hijos e hijas y hasta las campanas peculiares que anunciaban que por esos caminos también se acercaban leprosos. ¡Era la fiesta del encuentro! Me sonreí porque no necesitábamos de pregoneros sino que todos se pasaban la voz para llegar a tiempo a este encuentro.

Esta expresión también era bonita: “para llegar a tiempo a este encuentro”.

¿Cuándo es esta hora para llegar a tiempo? Pregunta ¿interesante no? Pues la respuesta es fácil: la puntualidad es justo el momento en el que el hombre abra su corazón al llamado de Yahvé para que actúe en él. Es por eso que todos acuden a esa hora y nada más alegra el corazón de mi Padre cuando todos lo buscan aunque sea por necesidad y no por amor. ¿por qué digo eso? Porque aún así, buscarlo por necesidad es reconocer que hay un Dios que existe, que es y que puede actuar? Lo demás es obra de años en los que la dureza va cediendo para dar paso a su presencia.

Sin querer y debido a la cantidad de personas, nos fuimos desplazando hacia una pequeña colina. No es muy alta pero sirve para los efectos que quiero. Me adelanto a la gente y algunos interpretan que estoy apurado. Algunos reducen mi paso entre querer agarrarme y pedir que les atienda. Intento caminar de espaldas, manteniendo el equilibrio para oir las voces y los reclamos de los que a mi se dirigen. A los más jóvenes los abrazo y con ese gesto los invito a subir más de prisa pero aún así lo que hago es animar a otros para aglomerarse en torno a mi, así que me doy por vencido y empiezo a caminar lento.

Escucho a muchos. Ya desde allí puedo mirar y darme cuenta de la cantidad de personas que se han congregado. Juan y Felipe se han puesto junto a mi y también se han impresionado. Cuento rápidamente una cantidad de trescientos cincuenta personas. “¿Qué pasó aquí Jeshua?” Parece que si seguimos subiendo, con esta cantidad de personas, tendremos que colocar hombres que repitan tu mensaje a varios grupos de personas.” Me dice Juan. "No te preocupes, ya verás que cuando se enteren de que les hablo de mi Padre, hasta el viento callará para que todo el mensaje se entienda".

Me subí un poco más para distanciarme de la gente más cercana y desde donde pudiera hablar con libertad. Deseaba hablarle solo de lo bienaventurado que es el hombre de vivir junto a Yahvé mi Padre.

Empiezo recordando las palabras que aparecen en el libro del Deuteronomio: "Óiganme todos los que se han congregado aqui. No porque Israel sea el pueblo más numeroso se ha prendido Yahvé de nosotros ni nos ha elegido porque realmente hay otros pueblos más numerosos. Nos ha elegido por el gran amor que nos tiene y por el juramente que ha hecho a nuestros padres; por eso ha sacado a su pueblocon mano fuerte y ha librado de la casa de la servidumbre, del poder del Faraón. Por eso es el Dios verdadero y fiel, que guarda la alianza y el amor por mil generaciones a los que lo aman y guardan sus mandamientos". Es hora de reconocer su presencia y su fidelidad porque ahora está en medio de nosotros.

Alguien me grita: “Maestro, hazlo ver para que creamos. Durante muchas generaciones el miedo infundido por los rabinos, para verlo, está aquí en nuestro pecho. Queremos verlo, estar y vivir con él.” ¡Es cierto! Hermano. Es un Dios vivo y no está escondido. Aquí tienes demostración de que es Padre y Señor de nuestras vidas. Más que verlo cara a cara, procura buscar sus manifestaciones en la vida. Esos detalles hablan de su actuar y presencia. Quererlo ver es palpar primero en esta vida lo que él te da y que se escapa muchas veces de nuestra vista: los colores, la creación, entera, el respirar, nuestra vida toda. En esta vida está él anclado y más profundo de lo que crees, solo que nos queremos quedar con cortas visiones y él es más que eso.

Me quedo unos minutos callados pensando en tantas necesidades y entonces, levanto mis ojos al cielo, intentando pedir palabras a Yahvé y luego, mirando hacia mis discípulos y a todos los que están presentes allí, les digo:

Bienaventurado el hombre porque en él Yahvé manifiesta su Gloria y siempre ha de manifestarla porque su Palabra es fiel.

Todos ustedes son pobres, así que bienaventurados todos ustedes porque no se trata de riquezas, de posesiones, de tierras, de cosas materiales. Quien se crea pobre solo por eso está equivocado. Aquél que teniendo cosas no deja que ellas le ahoguen su corazón y no da posibilidad de que mi Padre salga de su vida, ese es el pobre. Todo aquél que sea capaz de abandonar su vida en las manos de mi Padre, ese será bienaventurado y precisamente por esa pobreza, de ustedes será el Reino de Dios.

Bienaventurados todos ustedes los que ahora tienen hambre, porque serán saciados. Hambre de un mundo nuevo; ansias de la palabra de mi Padre. Hambre pasamos todos cuando aún no saciamos el corazón de obras buenas. Nos devora más bien el deseo de arrasar con todo. Estoy convencido de que el hambre no es un motivo para alienarnos o para que cualquiera se sienta resignado a que el estómago se le pegue a las costillas. Si alguien escucha a mi Padre, el hambre será mitigada porque encontrará formas de salir al paso de cualquier necesidad. El hambre no puede ser un motivo para esperar que “alguien” nos de lo que necesitamos sino motivo de esperanza para luchar por un pedazo de pan que se comparte y un vaso de vino que se divide para saciar la sed de muchos. Mientras generemos formas de que el hambre disminuya, allí realmente se avivará la bienaventuranza esperada.

Felices ustedes los que lloran, porque reirán. Muchas son las estructuras de pecados que hacen llorar. El llanto es fuerte y lo sabemos porque está presente en el niño que se nos muere en los brazos; en los embarazos no planificados, en el constante trabajo sin posibilidades de ganancia para los hijos. ¡Llorar sí! ¡Es bueno! Llora es bueno cuando limpia las angustias y las maldades de nuestro corazón y se las lleva lejos, pero también es bueno llorar porque con las lágrimas del esfuerzo, se construirá un mundo mejor; ¡debe hacerse! No basta llorar por llorar sino llorar con el que no tiene, con el que sufre, llorar con el que tiene éxito. Es un mundo donde los blancos y los negros ya no tengan espacios; Todo ha de verse del color de los ojos de Dios, mi Padre.

Felices ustedes si los hombres los odian, los expulsan, los insultan y los consideran unos delincuentes a causa del Hijo del Hombre. O es que ¿se piensan que el Hijo del Hombre no ha de pasar por estas pruebas? Ni al propio Yahvé lo quiso el pueblo de Israel cuando se fijó que los pueblos de alrededor tenían reyes y los mandaban a la guerra después de que Yahvé los ha sustentado con alimentos, riquezas y tierras.

Fíjense bien lo que les voy a decir… en realidad cuando mi Padre habla o cuando su voz es pronunciada en boca de los profetas, los hombres se desesperan y se tapan los oídos porque estas palabras exigen, cambian la mente y el corazón. Es por eso que molesta tanto la palabra divina. Es una contínua contradicción el que lo aclamen como Dios y Señor y después le den la espalda. Recuerden que de esa manera trataron también a los profetas en tiempos de sus padres.

Alégrense en ese momento y llénense de gozo, porque les espera una recompensa grande en el cielo. ¡Pero eso sí! Dejemos de lado los intereses y fijémonos que Yahvé no es una moneda de cambio o un kiosko donde podemos hacer trueque entre su gracia y lo que nosotros le ofrecemos. Ciertamente él tiene recompensas para todos, pero sólo el hombre de corazón sencillo, que se asemeja a la gratuidad del corazón de mi Padre Yahvé, es aquel que siente que ya pertenece a él y siente que su recompensa es estar en su presencia.

Todo esto es bueno hermanos. Todo esto está reservado en sus manos pero también les quiero decir otras cosas.

¡Pobres de ustedes los ricos, porque tienen ya su consuelo! Hay unos cuantos aquí que tienen mucho dinero. Deben enfrentarse a ustedes mismos. ¡No vean a los lados! ¡Sólo miren dentro de ustedes! Nadie los tiene que juzgar porque seguro estoy que la conciencia no los deja dormir muchas de las noches. ¡Sí! Tienen su consuelo en el dinero, en las comodidades, en las fiestas, en sus residencias, en las comidas, y ¿después qué? Quién les consolará en la otra vida. Encuentra mucho consuelo en eso, pero Yahvé no se ha aparecido ni de cerca por sus almas ni su corazón. ¡Lo han echado de sus vidas! El dios dinero y comodidad ha desplazado al único y verdadero Dios. Él los escogió a cada uno de ustedes pero ustedes lo usaron como una cosa accesoria. ¡Tengan cuidado! Y procuren cuanto antes recuperar lo mejor de ustedes.

¡Pobres de ustedes los que ahora están satisfechos, porque después tendrán hambre! Y esta condena va contra todos ustedes que no hacen más que pensar en su estómago como el dios que le da la vida. ¡Están muy equivocados! Pueden comer como langostas y devorar todo lo que quieran, pero de seguro hay otra hambre que no pueden callar y que clama cada vez más: es el hambre de la conciencia. Es por eso que comen y digieren para callar los reclamos propios de la conciencia y del alma que los obliga a ver hacia los lados y observar a aquellos que pasan hambre, pero ustedes, se hacen los insensibles y muerden más duro y devoran. Les aseguro que llegará un día que tendrán más hambre y no habrá nadie que se acerque a ustedes para darles algo de comer. ¡Y no será por venganza o por odio! Será por la propia vergüenza causada por los propios actos que es precisamente la úlcera causada por despreciar a los demás.

¡Pobres de ustedes los que ahora ríen, porque van a llorar de pena! Durante mucho tiempo la risa ha desaparecido del planeta tierra. Se la han robado; la tienen presa y cautiva en las amarguras de tantos rechazados…

Pero… ¿quién les dijo a ustedes que Yahvé, mi Padre no ríe? No es tan inmutable como parece. Se ríe allí donde el hombre triunfa y vence sus miedos y rencores. Se echa carcajadas cuando nuestros hijos construyen hermosas esperanzas de cara al futuro y cuando la reconciliación da paso a la curación de muchas heridas. ¿Quién carrizo dijo que Yahvé no es alegre? Ustedes lo han negado y hasta se dan el lujo de mandar a callar la risa y borrar de su cara la sonrisa que dispensa a todos por igual, pero pierden el tiempo. En cambio ustedes sí llorarán de pena. Y sí se reirán por última vez cuando descubran que sus risas no eran de alegría sino ironías lanzadas al vuelo para que amargaran las vidas de muchos porque las burlas contra los pobres, los que consideran inútiles, contra los pobres e inclusive contra los que son disminuidos y entonces, sólo entonces descubrirán que todas esas características que ustedes atribuían a los demás, se vuelven contra ustedes.

¡Pobres de ustedes, cuando todos hablen bien de ustedes, y se los digo muy consciente de mis palabras. ¿Qué se creen cada uno de ustedes que el hablar bien de los demás les conseguirá grandes o mejores puestos? ¡Qué va! Esto será el principio del fin para ustedes porque estarán allí por petulancia pero después serán blancos de piedras, críticas y objetos de muerte. Cuídense porque de esa misma manera trataron a los falsos profetas en tiempos de sus antepasados!

No tiene objeto tratar ni hablar bien de los demás. Sólo se consigue adular a los demás por poco tiempo. Quizá la única forma de hablar bien es cuando deseas mantener la reputación de tus hermanos en alto y nunca dejar que los otros vean las tonalidades oscuras de las personas.

Después de unas cuantas preguntas y después de que todos oyeron con atención mi discurso les dije: "Algo hay que cambiar y debemos empezar por cada uno de nosotros porque si no, corremos el riesgo de tener actitudes dobles que no llevan a ningún lado. La vida es más fácil de lo que creemos y de seguro, tenemos que aprender mucho de mi Padre Yahvé".

El día terminó no solo con el compartir de las palabras sino de la propia vida, de los alimentos, de los abrazos y de seguro, ninguno de los que estábamos allí salió desconocido para los demás… logramos hacer un avance más en la gran mesa universal de la hermandad.

No hay comentarios: