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Jesús, tu amigo y Señor

Jesús, tu amigo y Señor
Déjate fascinar por el Dios-hombre que muertra la dulzura de su Padre

CAPÍTULO LXX. ESTA ES MI HISTORIA ¿Y LA NUESTRA?. Del 16 de Mayo al 22 de Mayo de 2010

Quienes me conocieron en vida y después de Resucitado, especialmente Juan, en sus reflexiones profundas acerca de lo vivido, han escrito lo siguiente:

“Muchas otras señales milagrosas hizo Jesús en presencia de sus discípulos que no están escritas en libros. Estas señales milagrosas han sido escritas para que crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios”.

Pero muchas veces tendemos a que las cosas escritas queden como “anécdotas” o simplemente letras en tinta sobre un trozo de cuero o papiro.

Es deprimente cuando nuestra “memoria” solo trabaja recordando cosas del pasado y no las retoma como vivencias para lanzarlas hacia el futuro recreándolas y tornando esa historia en novedad, en riqueza de vida. Por eso es que yo les digo y les digo con bastante insistencia: “Crean, y tendrán vida en mi Nombre”.

Por lo tanto quiero que al terminar de leer este libro escojas las mejores hojas que tengas: están tejidas con hilo de corazón – el tuyo – para que queden grabadas, no como simples letras sino como el descubrimiento y el caminar que haces conmigo puesto que harás un evangelio nuevo. No te estoy diciendo al estilo de los que conoces sino al estilo tuyo: en el que vayas sacando agua que salten de mi corazón al tuyo, de tu vida a la mía. Es preciso que inicies con un buen estilo tu conocimiento de mi. No dejes que nadie te robe la oportunidad, ¡lo puedes hacer! ¿Te animarás en esta empresa?

Para iniciarla quiero que pienses en ésto: en primer lugar, es cierto que estás a distancia de estos hechos históricos y que es inevitable este salto temporal cualitativo hacia ti que vives el hoy. Son veintiún siglos de historia acumulada. Mirar atrás te enriquecerá porque verás la gran riqueza, la óptica de mis discípulos allá en Galilea, en mi tierra y eso te enseñará mucho.

No tengo fotos y menos videos porque no existieron pero aún así para ¿qué los necesitarías? Solo sacian la curiosidad. Prefiero que veas en cada uno de mis discípulos, inclusive en Judas, como te lo he intentado demostrar, los mejores “almacenadotes” de vivencias que llegan y llegarán hasta ti, frescas y reconfortantes.

En segundo lugar, ¿Qué harás con esas vivencias? ¡Profundiza en ellas! Si quieres dudas si son mis palabras o duda del trasfondo histórico – real de los hechos, pero te pido que al cerrar los ojos y empezar a escribir en tu corazón, sientas que hay un Jesús de Nazareth acompañando tu vida, tu historia. No mires a los lados de momento; solo quiero que te fijes en mi persona y ¡conóceme! Haz el intento por lo menos. Verás que más allá de lo que encuentres escrito, hay una nueva historia que contar: alentaré tu corazón y sentirás que el camino es ligero y nuestro andar más alegre porque vas profundizando en mi vida y yo en la tuya.

En tercer lugar, no sientas que todo está dicho. Si lo piensas así, me dejarás reducido en lo que tantas veces han dicho de mi y del Padre: que somos inmutables. ¡No! El Padre no se inmutó al verme en la cruz y menos cuando me devolvió a la vida. Se alegró y se preocupa de cada hombre puesto que cada uno, tú, eres su hijo.

Trata de que cada día yo sea una novedad para ti como tú lo eres para mi cuando te veo despertar en las mañanas, cuando veo que el día se hace pesado y cuesta arriba o cuando vas alcanzando victorias en medio de los fracasos, en fin, cuando vas creciendo a mi altura. Te pido que no te des por vencido porque no todo está escrito. El día en que te cierres a conocerte a ti mismo y de igual forma te cierres a conocerme y trancarme el paso para actuar en el Espíritu, sentirás que estás acabado o que tu vida se ha vuelto autosuficiente y entonces comprenderás que, prescindiendo de los demás y de mi, no llegarás muy lejos.

¡Anda! ¡anímate! ¡Atrévete a escribir la primera página de tu libro! Verás qué bella historia escribiremos entre tú y yo y si sientes que se te acaba la tinta, entonces te ofrezco mi sangre para llenes con vida lo que quizá sientas que no tiene vida en ti. Te sentirás pleno, amado, y amarás de la misma forma que ama mi corazón.

¡Abrazos!

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