Regresa a la pagina principal, Haz click sobre la imagen

Regresa a la pagina principal, Haz click sobre la imagen
Haz click sobre la imagen y regresa a la pagina principal

Jesús, tu amigo y Señor

Jesús, tu amigo y Señor
Déjate fascinar por el Dios-hombre que muertra la dulzura de su Padre

CAPÍTULO XLIV. EL CENTURIÓN: UNA VISIÓN DISTINTA DE DIOS. Del 15 de Nov. al 21 de Nov. de 2009

Otra de mis historias que quiero compartir contigo es la que me sucedió con un centurión romano. Unos cuantos de ellos estaban activos, en ejercicio de sus funciones y tenían sus casas. Otros, estaban retirados pero de igual forma tenían sus casas en nuestros pueblos y ciudades. Algunos se dejaron cautivar de nuestra cultura y de nuestra gente y aunque paganos, comparten en todo lo que tenemos.

Otra de las veces en que estaba enseñando y hablando al pueblo de las costas orientales del lago, nos devolvimos caminando por el norte, en dirección a Cafarnaúm. Entramos allí para descansar un poco en casa de conocidos.

En esta ciudad había un capitán llamado Cornelio, que tenía un sirviente muy enfermo al que quería mucho, y que estaba a punto de morir. Este sirviente había estado desde joven con él y se llamaba Yacob; casi crecieron juntos porque, el padre de este centurión había alcanzado fama dentro de la milicia romana, llegando a ser general y también estuvo destacado en Judea hace muchos años atrás y tanto este sirviente como sus padres, estuvieron al servicio de la familia. Cuando muere este general, su hijo Cornelio lo mantiene a su lado hasta el presente.

Pero además tengo que decirte, según me cuentan los que vinieron a buscarme, que este sirviente Yacob a pesar de su contextura, sufría de deficiencia al respirar, sobre todo cuando venía la primavera, muchos no se explicaban por qué caía enfermo como un mal que lo ataba a la cama. Su respiración se hacía lenta y en muchos casos, le faltaba tanto la respiración que la forma de calmarle esta deficiencia era pasándolo a un cuarto tipo termas, para que pudiera regular su cuerpo que se volvía morado.

Todo esto fue agravando poco a poco. Su pecho se hundió y su peso se vino a menos. Ahora su deficiencia se hizo tan fuerte que se complicó con una fuerte tos y a cada cierto tiempo, escupía sangre muy oscura y como coágulos. Su cara estaba pálida y sus ojos se habían hundido, al igual que los músculos de sus pómulos.

Cornelio gritaba a las imágenes de dioses que había traído de Roma: “Por qué tengo que pasar por este trago amargo y sufrir en aquellos a los que amo?. Ustedes son culpables de no favorecerme y por ustedes he hecho en mi casa y en Roma muchos bienes a sus vestales y a todo aquél que me pedía favores para construcción de altares y ahora me pagan con esto. Este hombre ha sido un hermano para mi y no me importa si es judío o no. Juro por el dios de los israelitas que no descansaré hasta conseguir la sanación para Yacob.”

Cornelio había oído hablar de mi persona y me envió algunos judíos importantes del pueblo, que eran muy conocidos por él y con los cuales había hecho grandes aportes para el bien de Cafarnaúm, para rogarme que yo viniera y salvara a su siervo Yacob. Llegaron a donde yo estaba y me rogaron insistentemente a cerca de este problema, diciéndome: "Jeshua, hermano y señor, venimos de parte de un extranjero y no somos embajada de nadie. Solo queremos que te fijes en el profundo dolor de Cornelio, que ama profundamente a su siervo. Realmente ha cuidado de cada una de las personas que están bajo su techo, haciendo de su casa, una familia para todos. Este hombre se merece que le hagas este favor, pues ama a nuestro pueblo y nos ha construido una sinagoga."

Me quedé un rato en silencio preguntándome cosas sin la menor intención de juzgar, lo que estaba sucediendo o a los ancianos quienes me estaban hablando… por ejemplo. Mi Padre ha hecho todo gratis; no se necesita decir si una persona ha hecho o no ha hecho; basta que el hombre abra su corazón a su voluntad y la Gracia alcanza a todos. Por otro lado, no entiendo por qué las intercesiones. Muchos se llenan la boca diciendo que no hay mediadores entre mi Padre y los hombres, pero todos hacemos de mediadores; todos tenemos la necesidad de mediar por otros y allí es cuando los favores fluyen como cuentas de recibo en las que decimos unos a otros: me debes esto o me debes lo otro, pero tampoco es así porque deberíamos ser tan agradecidos que las cosas que hemos recibido gratis, hemos de darlas gratis. Llegará un momento en que nos volvamos tan cautos que pensemos que hacer un favor, será cobrado en otro momento.

Borrado inmediatamente este pensamiento de mi cabeza, me puse en camino con ellos en dirección a la casa del centurión Cornelio. No estábamos ya lejos de esa casa, cuando el mismo centurión envió a otros amigos para que me dijeran “el centurión Cornelio te manda a decir: Señor, no te molestes, pues ¿quién es él, para que entres bajo su techo? Por eso ni siquiera se atrevió a ir personalmente donde ti.”

Pregunté a los que había enviado: ¿Qué pasa? ¿No seré bienvenido? ¿Algún problema? ¿Ha muerto el hombre o es una enfermedad muy contagiosa? No entiendo qué pueda pasar, pero inmediatamente relacioné la palabra Señor con su condición de ser romano y conociendo él las costumbres judías, me mandaba decir eso para que no me sintiera impuro al entrar en casa de un extranjero y más, de un soldado romano.

Ellos contestaron: “No, Señor. No te molestes. No ha pasado nada. Cornelio sabe de ti y de las cosas que haces. Los ancianos que te acompañan le han hablado muy bien de ti y los pormenores lo sabe él, por eso, también te manda a decir: "Basta que tú digas una palabra y mi sirviente se sanará.” Sus palabras más textuales son estas. Sacó un trozo de papiro y leyó lo que había mandado Cornelio: “Yo mismo, a pesar de que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y cuando le ordeno a uno: "Vete", va; y si le digo a otro: "Ven", viene; y si digo a mi sirviente: "Haz esto", lo hace."

Al oír estas palabras, me quedé admirado porque poco a poco iba apreciando cómo mi Padre va actuando en los hombres. Muchos se llaman piadosos y creen que están cerca de Dios pero éste no les habla; otros parecen rechazados de Dios y su corazón como que está más dispuesto a que Dios actúe en él, en ellos. Es impresionante como muchas personas que se creen sabios y religiosos, son desechados poco a poco por mi Padre debido a que no está presente esa religación que deben tener con él, con sus sentimientos, con lo que realmente él quiere. Otros, como este hombre llamado Cornelio, logra robar algo de mi, con unas palabras enviadas que muchos pudieran considerar como falta de respeto pero ya veo que él cree firmemente en la palabra actuante de mi Padre y ciertamente su Palabra es eficaz, viva y logra novedad y bondad en el hombre.

Yo, volviéndome hacia la gente que siempre me sigue, dije: "Les aseguro, que ni siquiera en Israel he hallado una fe tan grande." Y además de eso alcancé a decir algo acerca del contraste entre la fe de un extranjero que no forma parte del pueblo y de muchos hombres que solo me siguen por alcanzar favores. Estas palabras y comparaciones molestaban. Muchos se ponen a murmurar, pero como siempre, el egoísmo hace del corazón carroña y se distancian de lo que debería ser la apertura del corazón.

Algunas personas se distanciaron de mi porque algunas palabras no cayeron bien pero otros porque habían entendido la petición del centurión y deseaban presurosos ir a casa del romano. Cuando los enviados regresaron a casa, encontraron al sirviente totalmente restablecido, de hecho, las noticias que llegaron a mi fue que Cornelio mismo los había recibido a las puertas de su casa para decirle con gran alegría que su amigo Yacob había sanado de forma plena. Se sentía muy feliz por esto y daba gracias a Yahvé por esta misericordia para con él y para con su sirviente. Además de ello, quiso enviarlos de vuelta para darme una bolsa llena de oro pero otros que estaban presentes los detuvieron porque sabían de nuestra forma de vida y desapropio. Días más tarde me enteré de las bondades que tuvo el soldado para con el pueblo y el gasto bastante grande para compra de alimentos para los pobres. Además de ello hizo una pequeña asociación de trabajos para promover a unos cuantos de ellos que tenían capacidad para trabajos manuales.

No hay comentarios: